¿Cuál es tu trufa preferida?

Wednesday, August 15, 2007

A Jorge Alberto Lozoya


Nota del secretario del Sr. Espadas:

Esta carta fue censurada por los editores de "La exCatarina" por irrespetuosa. Aun editada, la UDLA le hizo difusión mediante un comunicado lamentablemente redactado. La versión que aparece en este blog es la original, escrita por el Sr. Espadas en agosto de 2007.

Querido Jorge Alberto:

Te felicitaría si te hubieran nombrado embajador en Viena. Pero Malasia, aparte de Sandokan, no ha producido nada que la ubique en el mapa. Buen viaje.

Lo que sí reconozco es el buen trabajo que hiciste en la cada vez más pequeña y ya no prestigiosa universidad de Puebla. Seguiste los consejos que te di cuando nos vimos en el George V de París, pero en algunas cosas me malinterpretaste.

Te dije que vigilaras a la precaria publicación estudiantil, pero te pasaste. Las cosas hay que hacerlas con clase. ¿Para qué mandaste a una solterona peliteñida de capacidades limitadas a liderar un departamento lleno de etarras, comunistas, zapatistas y filatelistas? La próxima vez me avisas y te mando mi jefa de cocina que fue compañera tuya en Stanford (pero ella sí terminó el doctorado). También erraste al enviar a un grupo de chimpancés con uniforme a cerrar la redacción con los alumnos adentro. Desde la finest hour de Pinochet que ningún régimen fascista guardaba tan poco las formas. ¡Qué naco te viste!

Veo que también me hiciste caso en lo de la lista negra de académicos (lo de incluir a estudiantes y administrativos en esa lista ya no fue idea mía). Al menos entendiste bien cuando te dije “¡liquídalos!”, porque todos siguen vivos. Asumí que eras lo suficientemente diplomático para no despedir a profesores difíciles de reemplazar. Me decepcionaste una vez más. No sólo tienen a un estudiante dirigiendo un departamento que solía ser chingón, sino que además han hecho vicerrector académico a un pobre desgraciado que dice que se democratizará la imperfecta dictadura del rector precioso. ¿Para eso son las cámaras y el equipo SWAT del coreanito? A propósito, ¿por qué cambia el coche en cada vuelta que da por dentro y fuera de la universidad? ¿De verdad cree que un coreano pasa desapercibido en Cholula?

En lo que definitivamente no me hiciste caso es en que se deshagan de la la la la i-i-i-i-i-insatisfecha musicóloga. Ha sido decana de tres rectores y, como a los anteriores, critica a éste cuando necesita quedar bien con sus subordinados. Me parece sospechoso que siendo del Opus Dei (ella jura que no) se lleve bien con esta administración de tendencias sexuales tan exóticas. En una universidad que cree que la hipocresía es una política institucional, ella podría sustituir, una vez más, al pintoresco y patético encargado de comunicación social.

Y hablando de mentiras, pocas veces me impresiona una idea que no sea mía. ¡Por fin una buena historia de ese mediocre escritor! Autonombrarse víctima de un complot, pedirle ayuda al gobernador, comprar la prensa, y convencer a un viejito con Alzheimer de que la CIA, Lindley, el Mossad, el vicerrector, Al-Qaeda, los profesores, los pavos reales y hasta la mujer de la limpieza están tramando apoderarse de la universidad es digno de Le Carré. Dile a Pedro Ángel que tengo un amigo en el Reader’s Digest al que ahora sí le interesaría publicarle algo. La fantasía de la historia es tal que me pregunto si en serio existen personajes tan necesitados de dinero y afecto como Marco Antonio Quiroz, José Cisneros, Lorena Méndez Rojas, José Alejandro Ramírez, Felipe Burgos y Mari Carmen Morfín (incluso los nombres son curiosos).

Una vez le regalé una historia a Pedro Ángel para que él le pusiera final. Ahora que él ha inventado el cuento, yo le regalo el final:

…Los bolcheviques de Foncerrada, los jacobinos de Cárdenas y los dorados de Villa toman la Hacienda. El rector precioso se refugia en la azotea con el reporte secreto de auditoría. Pide a unos amigos ricos que lo vengan a buscar en helicóptero. El tiempo transcurre. Abajo, los revolucionarios han acabado con el estado mayor y queman los documentos de nombramiento, 56.000 ejemplares no vendidos de Revuelta y la gran bici amarilla. El helicóptero se acerca y no puede aterrizar porque le obligan a pagar el estacionamiento y no tiene cambio. Pedro llora. Sus cómplices huyen. Los rebeldes suben a la azotea y lo miran en silencio. Pedro llora más fuerte. Fin.

Que la prosperidad no deje de llamar a tu puerta.

Aquiles Espadas